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"Ojos, mirad por última vez, brazos, dad vuestro último abrazo, y labios, que sois puertas del aliento, sellad con legítimo beso un trato perpetuo con la ávida Muerte"

Romeo Y Julieta

Mike (L)

lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo 8


-Todo listo-dijo mientras se sentaba a mi lado.


-¿Cómo que todo listo?¿En tan poco tiempo?-pregunté sorprendida.

-Todo, lo sabe tu tía y ya has conseguido vacaciones en el trabajo, además tu tía se ha empeñado en hacerte la maleta ahora para que no tardemos más-respondió alegre.

-Vaya...Entonces...¿Ya nos vamos?

-Sí.

-¿Pero "ya" de ahora?-pregunté mientras el soltaba un suspiro.

-Ya de ahora, venga vamos.

Michael me agarró y me llevó hasta la limusina, sin dejar de sonreír, lo veía tan contento que pensaba que nada podía estropearle esa noche.
Primero fuimos a mi casa para recoger las cosas y cambiarme de ropa. Me despedí de mi tía entre sollozos y abrazos y después nos dirigimos a Neverland, Michael convocó a los empleados para decirles dónde estaría para que no se preocupasen, cogió sus maletas y nos fuimos al aeropuerto.
Una vez allí nos montamos en su jet privado para que la prensa no especulase ni nos siguiesen.
El viaje se hizo largo porque no podíamos apenas dormir, nos pusimos a jugar con una consola y después nos pasamos unas largas horas charlando hasta que por fin aterrizamos, cogimos las maletas y pedimos un taxi, él seguía sin quitarse la mascarilla, las gafas y la gorra, porque aunque yo le dije que era un pueblo incomunicado él decía que no se fiaba.

-Oye, tú sabrás hablar francés ¿no?-me preguntó.

-Claro que sí-contesté segura de mi misma.

Al segundo, le pregunté al taxista si conocía algún hotel cercano, y nos llevo a una especie de casa medio deshecha con grietas y escasa de tejas, pero si esto era lo que había habría que aceptarlo, yo me dirigí a la "recepción", que más bien era una mesa llena de papeles y llaves desordenadas y un hombre mayor detrás de aquel caótico desastre.

Michael miraba curioso a todos lados y no podía evitar tocarlo todo, yo pensé que él no estaría acostumbrado a tanto desorden. El recepcionista me entregó las llaves y yo le pagué para estar una semana alojados allí.

-Michael, vamos a nuestra habitación, lo siento pero no quedaban libres de camas individuales-le dije mientras me sonrojaba.

-Ah, no importa, oye este lugar es fantástico-me contestó sonriendo.

-Sí...Fantástico-dije en tono irónico mirando a mi alrededor-Venga, sígueme-imploré mientras le cogía de la camisa y tiraba de él.

Al entrar observé que la habitación estaba, levemente, en peor estado que el hotel, las paredes con cientos de grietas y el techo con goteras, el suelo crujía al pisarlo y un sinfín de cosas que a Michael le encantaba, él me contó que le gustaban mucho las cosas simples como esas.

Él depositó las maletas encima de la cama y ésta hizo un ruido chirriante.

-Esto me encanta, de verdad, muchas gracias-dijo mientras me abrazaba fuertemente.

-De nada, vamos a colocar la ropa en el armario anda-le contesté mientras abría la maleta.

La simple tarea de meter la ropa en un armario se convirtió en una pelea de ropa, sí, parece absurdo, pero empezamos a lanzarnos ropa hasta que hubo un gran montón de ropa en el suelo de la habitación, finalmente decidimos, a regañadientes, ser un poco serios y terminar de meter la ropa en el guardarropa, acabamos a la media hora tendidos en la cama riéndonos hasta que nos dimos cuenta de que había un teléfono, nos miramos y sonreímos pensando lo mismo.

-¿Piensas lo mismo que yo?-Me preguntó con picardía.

-Oh, sí-le contesté descolgando el teléfono-¿Hola?¿Recepción? Sí, quiero el doble de toda la comida que tenga, por favor, gracias-colgué el teléfono.

-Vamos a coger cincuenta kilos mas-me dijo riendo.

-Un día es un día Mike-le contesté sonriendo.

-Genial-me dijo agarrándome espontáneamente de la mano.

De repente llamaron a la puerta y él soltó mi mano bruscamente, se alisó la camisa y abrió la puerta, una mujer entró con unas bandejas y las dejó sobre la destartalada mesa que había en una esquina de la habitación, al terminar esto se marchó.

-A comer-dijo él destapando las bandejas-todo verduras ¿cómo sabias que soy vegetariano?-preguntó confuso.

-Brooke me lo dijo-le contesté acercándome a la mesa.

-Muchas gracias ¿tú también eres vegetariana?

-Bueno...Más o menos-le contesté dudosa mientras comía algo.

-Vamos que no lo eres-dijo riendo.

-Me gusta la verdura, pero no podría renunciar a un filete.

-Bueno, ya hablaremos otro día más tranquilamente de esto, ahora a comer-dijo mientras me daba algo de pasta.

-¡Hey!-protesté graciosa.

Michael soltó una risotada y me tiró unos espaghettis, al parecer hoy era el día de las guerras, guerras de ropa, guerras de comida, ¿qué sería lo siguiente? ¿guerra de agua?, al final acabamos cubiertos de comida.

-Un día de estos...Un día de estos...-Intenté amenazarle pero él se acercó a mí y me besó suavemente mientras con una mano sujetaba mi cintura y con la otra acariciaba mi pelo, sentir el roce de sus labios sobre los míos provocaba que la tierra se retorciese bajo mis pies, me sentía sobre una nube, cómo si todo diese vueltas alrededor, de repente, se alejó y miró hacía un lado avergonzado.

-Yo...Lo siento-dijo mientras abría la puerta de la habitación y se iba, yo me quedé en el suelo completamente confusa.



domingo, 8 de agosto de 2010

Capítulo 7


Al llegar a la fiesta tuve que despertar a Michael, él se desperezaba tranquilamente, como si no tuviese nada que hacer, me miró, sonrió y me tendió su mano para ayudarme salir de la limusina. Al salir pude ver que la fiesta se celebraba en un reciento con jardines, era como una casa gigante con un jardín muy grande.

Había un montón de famosos, estaban los que participaron en los premios y algunos invitados especiales.
En seguida localicé a Elisabeth Taylor, estaba con Brooke Shields.
Empecé a darle con el codo a Michael, él me miró y rompió nuestro silencio.

-¿Ocurre algo?

-Mira...Son Elisabeth Taylor y Brooke Shields-le contesté sin dejar de mirarlas.

-¿Dónde?

-Allí.

-Vamos a conocerlas-dijo mientras me cogía de la mano y, literalmente, me arrastraba hacía ellas.

-Hola chicas, os presento a mi amiga Hayley-sonrió soltándome la mano.

-Encantada-dijo Elisabeth soltando su copa en la mesa para abrazarme.

-Igualmente-le contesté con los ojos como platos.

-¡Hola! Yo también estoy encantada-me dijo Brooke-Liz quítate que no puedo abrazar a la chica-dijo intentando apartar a Elisabeth.

-Ya voy ya voy-dijo Elisabeth apartándose.

Observaba a Michael reírse, normal, si es que con ese panorama como para no hacerlo.

-¿Cómo os conocisteis?-me preguntó Liz.

-Ten cuidado, son unas cotillas las dos-me susurró Michael.

-Pues es algo complicado...

-Bueno da igual ¿hay algo más entre vosotros?-me interrumpió Brooke.

Michael y yo nos miramos y sonreímos, él decidió contestar.

-Sólo somos muy buenos amigos-dijo mirándome.

-Claro, claro, Mike, ¿podemos hablar a solas?-le preguntó Liz.

-Sí, por supuesto, espérame aquí Hayley.

Asentí y Brooke y yo empezamos a hablar sobre nuestras vidas, tratábamos de conocernos mejor, ella era muy maja y divertida, me contó que había trabajado desde pequeña, pero que no había perdido tanto como Michael, a partir de ahí me dediqué a preguntarle cosas de la vida de Michael, porque me interesó más conocerle mejor a él.
Me dí cuenta de que Elisabeth y Michael tardaban mucho en regresar así que tomé algo de ponche y me fui al jardín, no sin antes decirle a Brooke que avisase a Michael de que estaría allí.
Era un jardín precioso, lleno de flores, todo muy verde y con muchos árboles, aunque no podía compararse con el mágico jardín de Neverland.
Me senté en un banco de piedra gris que había al lado de una fuente, estaba tranquila observando las estrellas, el cielo estaba cubierto por ellas y la luna las iluminaba, me relajaba mientras tomaba el ponche de frutas y olía el aroma que desprendían las numerosas rosas que rodeaban el lugar.
Estaba tan relajada que ni siquiera me dí cuenta de que Michael se había sentado a mi lado, me dí cuenta de ello porque noté como rozó mi mano, opté por romper el silencio.

-¿Sabes? Lo que más me apetece ahora sería llegar a mi casa, quitarme estos tacones y caer rendida a mi cama-dije mirando absorta al cielo.

-Lo que más me apetece ahora a mí es volar-me giré y lo miré.

-¿Volar?¿A dónde?

-A un sitio donde nadie sepa quién soy, donde pueda caminar tranquilamente por la calle sin que los periodistas me acosen, donde pueda llevar una vida normal, con esposa, hijos y el perro que sale por la tele, sin que nadie me moleste, sin que nadie sepa de mí-esas palabras me conmovieron.

-Bueno...Yo sé donde está ese sitio.

-¿De verdad?

-Sí, pero está fuera de América.

-Me da igual, podemos ir, los dos juntos, necesito que estés a mi lado.

-Para el carro, deja que te termine de decir donde está...¿Te gusta Paris?

-Claro que sí.

-Pues resulta que tengo unos familiares lejanos allí, en un pequeño y escondido pueblecito donde te aseguro que no sabrán ni tu nombre, porque por no tener no tienen ni televisor.

-Eso suena bien, ¿cómo se llama el pueblo?

-Collonges-la-Rouge, pero ¿no crees que si desapareces de repente se preocuparan?

-¡Qué va! Se lo diré a uno de los encargados para que se lo digan a mi manager.

-Vale, pero yo tengo trabajo ¿Recuerdas?

-Te conseguiré vacaciones anticipadas.

-No puedes hacer eso.

-Sí que puedo ya verás.

Michael se fue y me dejó sola, de nuevo, pero no tardó nada en volver con una sonrisa.