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"Ojos, mirad por última vez, brazos, dad vuestro último abrazo, y labios, que sois puertas del aliento, sellad con legítimo beso un trato perpetuo con la ávida Muerte"

Romeo Y Julieta

Mike (L)

viernes, 10 de septiembre de 2010

Capítulo 11

Tocaron a la puerta, me levanté, abrí la puerta, y lo primero que no noté fue mucho flashes delante mía y un montón de micrófonos, en un acto reflejo, cerré la puerta y puse mi espalda contra ella, se oían un montón de voces tras la puerta, de repente sonó el teléfono de la habitación, cerré la puerta con pestillo y fui a descolgar el teléfono.


-¿Dígame?.

-Hola cielo, soy yo, ya sé la que hay montada ahí arriba, baja por la escalera de incendios que está fuera de la ventana, Janet y yo te esperamos abajo.

-¿Y qué pasa con la ropa?.

-Es cierto, métela en las maletas y déjalas en la escalera yo iré a por ellas, adiós.

No me dio tiempo a contestar, colgó, y al instante yo empecé a hacer las maletas, cuando terminé de hacerlas sentí como alguien aporreaba suavemente la ventana, la abrí y era Michael, pasé las maletas y después él me ayudó a salir por la ventana y a bajar por las débiles escaleras de incendios, cuando bajamos con las maletas Janet nos esperaba en un coche, no sabía de dónde lo habían sacado ni me importaba, metí las maletas en el maletero y me senté en el asiento de atrás junto a Janet, íbamos en silencio, ninguno de nosotros queríamos hablar de ello.
Pasada una hora de incómodo silencio, Michael dejó de conducir y paró en un pueblo que nunca había visto, era un pueblo rodeado por una montaña y lleno de árboles, las calles eran de piedra y había anchas aceras, yo decidí romper el silencio.

-¿Dónde estamos?-pregunté mirando absorta a todos lados.

-En Andorra-contestó Michael.

-En Ando...¿Qué?-no sabía dónde estaba ese sitio.

-Andorra, es un sitio entre Francia y España-respondió Janet.

-Ah, vale-contesté sin dejar de mirar alrededor.

Saqué las maletas del coche y seguí a Michael y a Janet hacía una casa enorme que había en el centro de la ciudad, era verdaderamente grande, la puerta era de madera oscura, la toqué con la mano y estaba algo áspera, al entrar me quedé impresionada, el suelo era de mármol de carraca estaba algo resbaladizo, las paredes estaban pintadas en color melocotón y había una gran escalera del mismo mármol que el suelo con unas barandillas de madera del mismo color de la puerta, había muebles victorianos oscuros y puertas enormes con cristales, menos unas pocas que eran como arcos, también había una puerta corredera por la que se iba hacía el gran patio de flores que había en el exterior, me preguntaba de quién sería esa casa.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo 10

Me quedé completamente paralizada, y olvidé, momentaneamente, cómo había que respirar, él me miraba fijamente intentando adivinar mis pensamientos, sus preciosos ojos marrones se clavaban dentro de mí. No conseguía asimilar la situación, así que la examiné, tenía a Michael Jackson mirándome profundamente a los ojos después de haberme declarado su amor y la decisión estaba en mis manos, no sabía que hacer, si dejarme llevar por los sentimientos y decirle que sí o seguir siendo como soy y volver a una vida normal llena de errores, pero era demasiado pronto, nadie se puede enamorar de nadie en tres días, bueno, yo sí me había enamorado, ¿pero él?, él era una mega estrella, era imposible que alguien tan espectacular como él se enamorase de mí.

Pero claro, si él realmente sentía eso por mí y yo por él, no podía negarme y menos si me miraba así.
Le cogí de las manos, sonreí, le dí un beso en la mejilla y le susurré un "te quiero", a lo que él respondió con un fuerte abrazo y un "yo también".
De repente alguien tocó la puerta.

-¿Quién es?-pregunté

-Tienen una visita-nos contestó el hombre de la recepción, dejando entrar a una chica.

Michael iba a decirle varias cosas al recepcionista pero cuando se giró ya no estaba y en su sustitución había una chica pelirroja, tenia un pelo bastante raro, algo artificial, de ojos marrones enormes y de nariz puntiaguda, de repente de quitó la peluca y nos sonrió.

-¡Janet!-gritó Michael abrazándola.

-Me tenías preocupada, ¿por qué has...?-paró de hablar de repente y me miró-Hola-dijo mientras se llevaba a Michael a una esquina de la habitación.

Empezaron a susurrar cosas que yo no podía oír, pero seguro que estarían hablando de por qué estaba con una chica en un hotel de Francia, después de cuchichear Janet se acercó a mí.

-Siento no haberme presentado de buenas formas, soy Janet Jackson, la hermana de Michael, ¿y tú?-preguntó curiosa.

-Yo bueno, soy su novia-le contesté sonriendo.

-Vaya, por fin has decidido sentar la cabeza eh-le dijo a Michael dándole codazos suaves en el brazo.

-Sí, supongo, no sé-dijo riendo-¿cómo nos localizaste?.

-Pues le saqué toda la información a Liz-le contestó sonriendo.

-Lo sabía-dijo entre dientes-¿Piensas quedarte mucho tiempo?-preguntó curioso.

-Pues, no sé ya veré, ¿y qué hacéis para divertiros por aquí?

Empezamos a hablar de las cosas que podíamos hacer, cómo dar caminatas y cosas de esas.
Decidimos dar vueltas por el pueblo y era realmente rústico, estaba lleno de árboles y casas con las paredes de piedras grises. Fuimos al lago, el bosque y a algunas tiendas.
Cuando volvimos al hotel ya eran las ocho de la noche, Janet decidió coger una habitación aparte.
Después de cenar juntos en un restaurante del pueblo nos fuimos a dormir.
La primera vez que él y dormíamos juntos, la verdad, tuve mas novios, pero ninguno como él, era tan perfecto en todo. Me dormí abrazada a él mientras me acariciaba el pelo.
A la mañana siguiente me encontré una nota, de Michael, que decía:

Buenos Días Princesa, estaré con Janet toda la mañana, te he dejado algo de dinero en la mesilla por si querías comprar algo, en cuanto vuelva te llevaré una cosa, espero que te guste, te he dejado el desayuno encima de la mesita de la entrada.
Te Quiero.

Totalmente perfecto, me alegraba haberme encontrado con un hombre así.
Miré a la mesilla de al lado de la cama y, era verdad, me había dejado dinero, no sabía cuanto pero por la cantidad de billetes había mucho, demasiado, no me lo gastaría en una mañana, es más creía que no gastaría nada de dinero esa mañana.
Desayuné, me duché, me vestí y me arreglé y me quedé sentada en la cama, pensando, hasta que...

sábado, 4 de septiembre de 2010

Capítulo 9


Seguí aturdida durante bastante tiempo hasta que por fin acabé de asimilar todo lo ocurrido, porque todo pasó bastante rápido, te invade una rara sensación cuando te das cuenta de que todo puede cambiar en un segundo, puedes pasar de estar jugando a la guerra de comida con un amigo a estar besándole sin darte cuenta siquiera.

Me sentí bastante mal cuando él salió disparado por la puerta sin decir un misero "adiós", pero lo comprendí, sabía perfectamente que era algo que ni él ni yo habíamos planeado, un simple desliz, pero como siempre, mi estúpido cerebro comenzó a darle vueltas a todo, porque sí, era verdad, me había encantado el beso y porque en tres días me había enamorado de él, ya me había dado cuenta de todos los sentimientos que afloraban dentro de mí, también es cierto que no tenía ni idea de por qué me había besado, pero no quería darle más vueltas así que me fui a la destartalada ducha y me dí una larga, fría y relajante ducha, me sequé el pelo, me peiné, me maquillé y me vestí para salir a dar una vuelta, ya que aunque no había dormido en un día, en Francia era de día y aunque estaba un poco nublado y pareciese que iba a llover yo quería explorar todo el rústico y hermoso pueblecito en el que nos alojábamos.

No sabía que hacer, en mi mente sólo aparecía Michael y muchas preguntas, no sabía si ir a buscarle o dejarle pensar..."Oh ¡Qué diablos!", pensé, "Por pensar estoy así de mareada", cavilé unos instantes y decidí ir a buscarle, pregunté a el hombre mayor de recepción y me dijo que estaba en la "cafetería", por decirle algo a aquella sala llena de polvo, del hotel, fui a buscarle, y en efecto allí estaba, sentado tomando un café, me acerqué a él y me senté a su lado sin decir nada.

Pasaron cinco minutos de incomodo silencio hasta que él lo rompió.

-¿No estás enfadada conmigo?-preguntó tímidamente.

-¿Por qué debería estarlo?-le pregunté yo a él mientras le acariciaba el hombro.

-Bueno, yo, te he...Besado así de repente-contestó sonrojándose.

-Mike, si me enfadara por eso sería una total amargada ¿no crees?-le dije alegre para intentar animarle.

-Pero eso no estuvo nada bien, es decir, somos amigos y no sé, no está bien-explicó mientras revolvía su café con una cucharilla.

-No, Mike, no estaría bien si alguno de los dos tuviese pareja o si no nos conociésemos.

-Pero...

-Ni peros ni nada-le interrumpí-pero antes de zanjar este tema, dime, ¿por qué me besaste?.

-Yo...Eh...Es que...

En ese momento sonó un trueno fuera del hotel y yo emití un grito.

-¿Qué pasa?-preguntó él preocupado.

-Sé que suena estúpido, pero le tengo miedo a las tormentas-contesté agachando la cabeza.

-Pobrecita-dijo él conteniéndose la risa.

-No tiene gracia-le dije un poco aterrada.

-¿Quieres que subamos a la habitación?-preguntó extendiéndome su mano.

-Sí, por favor, necesito esconderme bajo unas sábanas-contesté cogiendo su mano.

-Qué infantil eres-insinuó.

-Mira quién fue a hablar-contesté a su insinuación mientras tiraba de él para subir las escaleras hacía nuestra habitación.

Michael se tocaba los bolsillos intentando cerciorar que tenía las llaves, hubo un momento en el que se paró y me miro con cara de "no me mates por favor".

-Antes de nada quiero que sepas que te aprecio mucho y que si me matas te arrepentirás de haberlo hecho al segundo-dijo mientras me miraba con ojos de cordero.

-¿Has perdido las llaves no?-le contesté llevándome las manos a la cintura.

-Un poco...

-Eres de lo que no hay, tienes suerte de tener una amiga como yo que pide copias de las llaves-dije mirándole de reojo mientras abría la habitación.

-Te pondré un altar en cuanto lleguemos a Neverland-explicó irónico.

-¿Sí?¿De verdad? Oh, qué bueno eres Mike-le dije en tono sarcástico.

Michael se acercó hacia mí, me cogió suavemente de la barbilla y presionó suavemente sus labios contra los míos.

-¿A qué juegas?-pregunté un poco confusa y enfadada.

-A nada, me apetecía besarte

-No hay quién te entienda, Mike, me besas, te ofendes y te largas y ahora me besas y dices que es que te apetecía hacerlo-dije apartándome de él.

-Te diré la verdad, no suelo hacer esto, pero tu eres especial, y me atraes y sé que yo te atraigo, todo esto va muy rápido, ya sabes, Neverland, la fiesta, el viaje, de verdad, no sé cómo demonios lo has hecho, pero en tan sólo tres miseros y cortos días te has ganado mi corazón con una sola sonrisa-dijo aprisionándome contra la pared.

-Me estás diciendo que...

-Sí, me he enamorado de ti-me interrumpió.

-Pero...¿Cómo? Si tú y yo y...Ay Dios.

-Cosas que pasan, una de mis frases favoritas es: "Nada puede destruir al amor",pero esta elección está en tus manos, Hayley...

-Yo...


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Siento que este capítulo sea corto, pero quería dejarlo aquí para que hubiese más intriga.

La cosa se pone interesante ¿verdad?

Gracias por comentar (L)






lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo 8


-Todo listo-dijo mientras se sentaba a mi lado.


-¿Cómo que todo listo?¿En tan poco tiempo?-pregunté sorprendida.

-Todo, lo sabe tu tía y ya has conseguido vacaciones en el trabajo, además tu tía se ha empeñado en hacerte la maleta ahora para que no tardemos más-respondió alegre.

-Vaya...Entonces...¿Ya nos vamos?

-Sí.

-¿Pero "ya" de ahora?-pregunté mientras el soltaba un suspiro.

-Ya de ahora, venga vamos.

Michael me agarró y me llevó hasta la limusina, sin dejar de sonreír, lo veía tan contento que pensaba que nada podía estropearle esa noche.
Primero fuimos a mi casa para recoger las cosas y cambiarme de ropa. Me despedí de mi tía entre sollozos y abrazos y después nos dirigimos a Neverland, Michael convocó a los empleados para decirles dónde estaría para que no se preocupasen, cogió sus maletas y nos fuimos al aeropuerto.
Una vez allí nos montamos en su jet privado para que la prensa no especulase ni nos siguiesen.
El viaje se hizo largo porque no podíamos apenas dormir, nos pusimos a jugar con una consola y después nos pasamos unas largas horas charlando hasta que por fin aterrizamos, cogimos las maletas y pedimos un taxi, él seguía sin quitarse la mascarilla, las gafas y la gorra, porque aunque yo le dije que era un pueblo incomunicado él decía que no se fiaba.

-Oye, tú sabrás hablar francés ¿no?-me preguntó.

-Claro que sí-contesté segura de mi misma.

Al segundo, le pregunté al taxista si conocía algún hotel cercano, y nos llevo a una especie de casa medio deshecha con grietas y escasa de tejas, pero si esto era lo que había habría que aceptarlo, yo me dirigí a la "recepción", que más bien era una mesa llena de papeles y llaves desordenadas y un hombre mayor detrás de aquel caótico desastre.

Michael miraba curioso a todos lados y no podía evitar tocarlo todo, yo pensé que él no estaría acostumbrado a tanto desorden. El recepcionista me entregó las llaves y yo le pagué para estar una semana alojados allí.

-Michael, vamos a nuestra habitación, lo siento pero no quedaban libres de camas individuales-le dije mientras me sonrojaba.

-Ah, no importa, oye este lugar es fantástico-me contestó sonriendo.

-Sí...Fantástico-dije en tono irónico mirando a mi alrededor-Venga, sígueme-imploré mientras le cogía de la camisa y tiraba de él.

Al entrar observé que la habitación estaba, levemente, en peor estado que el hotel, las paredes con cientos de grietas y el techo con goteras, el suelo crujía al pisarlo y un sinfín de cosas que a Michael le encantaba, él me contó que le gustaban mucho las cosas simples como esas.

Él depositó las maletas encima de la cama y ésta hizo un ruido chirriante.

-Esto me encanta, de verdad, muchas gracias-dijo mientras me abrazaba fuertemente.

-De nada, vamos a colocar la ropa en el armario anda-le contesté mientras abría la maleta.

La simple tarea de meter la ropa en un armario se convirtió en una pelea de ropa, sí, parece absurdo, pero empezamos a lanzarnos ropa hasta que hubo un gran montón de ropa en el suelo de la habitación, finalmente decidimos, a regañadientes, ser un poco serios y terminar de meter la ropa en el guardarropa, acabamos a la media hora tendidos en la cama riéndonos hasta que nos dimos cuenta de que había un teléfono, nos miramos y sonreímos pensando lo mismo.

-¿Piensas lo mismo que yo?-Me preguntó con picardía.

-Oh, sí-le contesté descolgando el teléfono-¿Hola?¿Recepción? Sí, quiero el doble de toda la comida que tenga, por favor, gracias-colgué el teléfono.

-Vamos a coger cincuenta kilos mas-me dijo riendo.

-Un día es un día Mike-le contesté sonriendo.

-Genial-me dijo agarrándome espontáneamente de la mano.

De repente llamaron a la puerta y él soltó mi mano bruscamente, se alisó la camisa y abrió la puerta, una mujer entró con unas bandejas y las dejó sobre la destartalada mesa que había en una esquina de la habitación, al terminar esto se marchó.

-A comer-dijo él destapando las bandejas-todo verduras ¿cómo sabias que soy vegetariano?-preguntó confuso.

-Brooke me lo dijo-le contesté acercándome a la mesa.

-Muchas gracias ¿tú también eres vegetariana?

-Bueno...Más o menos-le contesté dudosa mientras comía algo.

-Vamos que no lo eres-dijo riendo.

-Me gusta la verdura, pero no podría renunciar a un filete.

-Bueno, ya hablaremos otro día más tranquilamente de esto, ahora a comer-dijo mientras me daba algo de pasta.

-¡Hey!-protesté graciosa.

Michael soltó una risotada y me tiró unos espaghettis, al parecer hoy era el día de las guerras, guerras de ropa, guerras de comida, ¿qué sería lo siguiente? ¿guerra de agua?, al final acabamos cubiertos de comida.

-Un día de estos...Un día de estos...-Intenté amenazarle pero él se acercó a mí y me besó suavemente mientras con una mano sujetaba mi cintura y con la otra acariciaba mi pelo, sentir el roce de sus labios sobre los míos provocaba que la tierra se retorciese bajo mis pies, me sentía sobre una nube, cómo si todo diese vueltas alrededor, de repente, se alejó y miró hacía un lado avergonzado.

-Yo...Lo siento-dijo mientras abría la puerta de la habitación y se iba, yo me quedé en el suelo completamente confusa.



domingo, 8 de agosto de 2010

Capítulo 7


Al llegar a la fiesta tuve que despertar a Michael, él se desperezaba tranquilamente, como si no tuviese nada que hacer, me miró, sonrió y me tendió su mano para ayudarme salir de la limusina. Al salir pude ver que la fiesta se celebraba en un reciento con jardines, era como una casa gigante con un jardín muy grande.

Había un montón de famosos, estaban los que participaron en los premios y algunos invitados especiales.
En seguida localicé a Elisabeth Taylor, estaba con Brooke Shields.
Empecé a darle con el codo a Michael, él me miró y rompió nuestro silencio.

-¿Ocurre algo?

-Mira...Son Elisabeth Taylor y Brooke Shields-le contesté sin dejar de mirarlas.

-¿Dónde?

-Allí.

-Vamos a conocerlas-dijo mientras me cogía de la mano y, literalmente, me arrastraba hacía ellas.

-Hola chicas, os presento a mi amiga Hayley-sonrió soltándome la mano.

-Encantada-dijo Elisabeth soltando su copa en la mesa para abrazarme.

-Igualmente-le contesté con los ojos como platos.

-¡Hola! Yo también estoy encantada-me dijo Brooke-Liz quítate que no puedo abrazar a la chica-dijo intentando apartar a Elisabeth.

-Ya voy ya voy-dijo Elisabeth apartándose.

Observaba a Michael reírse, normal, si es que con ese panorama como para no hacerlo.

-¿Cómo os conocisteis?-me preguntó Liz.

-Ten cuidado, son unas cotillas las dos-me susurró Michael.

-Pues es algo complicado...

-Bueno da igual ¿hay algo más entre vosotros?-me interrumpió Brooke.

Michael y yo nos miramos y sonreímos, él decidió contestar.

-Sólo somos muy buenos amigos-dijo mirándome.

-Claro, claro, Mike, ¿podemos hablar a solas?-le preguntó Liz.

-Sí, por supuesto, espérame aquí Hayley.

Asentí y Brooke y yo empezamos a hablar sobre nuestras vidas, tratábamos de conocernos mejor, ella era muy maja y divertida, me contó que había trabajado desde pequeña, pero que no había perdido tanto como Michael, a partir de ahí me dediqué a preguntarle cosas de la vida de Michael, porque me interesó más conocerle mejor a él.
Me dí cuenta de que Elisabeth y Michael tardaban mucho en regresar así que tomé algo de ponche y me fui al jardín, no sin antes decirle a Brooke que avisase a Michael de que estaría allí.
Era un jardín precioso, lleno de flores, todo muy verde y con muchos árboles, aunque no podía compararse con el mágico jardín de Neverland.
Me senté en un banco de piedra gris que había al lado de una fuente, estaba tranquila observando las estrellas, el cielo estaba cubierto por ellas y la luna las iluminaba, me relajaba mientras tomaba el ponche de frutas y olía el aroma que desprendían las numerosas rosas que rodeaban el lugar.
Estaba tan relajada que ni siquiera me dí cuenta de que Michael se había sentado a mi lado, me dí cuenta de ello porque noté como rozó mi mano, opté por romper el silencio.

-¿Sabes? Lo que más me apetece ahora sería llegar a mi casa, quitarme estos tacones y caer rendida a mi cama-dije mirando absorta al cielo.

-Lo que más me apetece ahora a mí es volar-me giré y lo miré.

-¿Volar?¿A dónde?

-A un sitio donde nadie sepa quién soy, donde pueda caminar tranquilamente por la calle sin que los periodistas me acosen, donde pueda llevar una vida normal, con esposa, hijos y el perro que sale por la tele, sin que nadie me moleste, sin que nadie sepa de mí-esas palabras me conmovieron.

-Bueno...Yo sé donde está ese sitio.

-¿De verdad?

-Sí, pero está fuera de América.

-Me da igual, podemos ir, los dos juntos, necesito que estés a mi lado.

-Para el carro, deja que te termine de decir donde está...¿Te gusta Paris?

-Claro que sí.

-Pues resulta que tengo unos familiares lejanos allí, en un pequeño y escondido pueblecito donde te aseguro que no sabrán ni tu nombre, porque por no tener no tienen ni televisor.

-Eso suena bien, ¿cómo se llama el pueblo?

-Collonges-la-Rouge, pero ¿no crees que si desapareces de repente se preocuparan?

-¡Qué va! Se lo diré a uno de los encargados para que se lo digan a mi manager.

-Vale, pero yo tengo trabajo ¿Recuerdas?

-Te conseguiré vacaciones anticipadas.

-No puedes hacer eso.

-Sí que puedo ya verás.

Michael se fue y me dejó sola, de nuevo, pero no tardó nada en volver con una sonrisa.



viernes, 30 de julio de 2010

Capítulo 6

Él ya estaba preparado, iba deslumbrante, con una blusa azul desabrochada, una camisa blanca debajo, y cómo no sus clásicos mocasines, por lo que supuse que quizás cantaría "The Way You Make Me Feel", canción que, por cierto, me encantaba, como todas. Yo me quedé absorta mirándole y él me sonrió levemente acercándose a mí, adoraba su forma de andar.


-¿Cómo estoy?-me preguntó.

-Perfecto-contesté, moviendo ligeramente la cabeza para volver a poner los pies en la tierra-pero se suponía que tenía que ir yo a Neverland para cambiarme, porque tengo el vestido allí.

-Decidí venir aquí para darte una sorpresa, y respecto al vestido...Estate tranquila le he dejado en tu habitación.

-Oh, vaya gracias, por cierto, ¿cómo sabías cuál era mi habitación?-pregunté intrigada.

-Por favor no tienes por qué darme las gracias-dijo antes de dar su respuesta-bueno, espero no haberme equivocado de habitación, pero lo dudo porque he puesto el vestido en la habitación que estaba llena de posters míos-contestó con una sonrisita inocente.

-Ah...Sí, es la mía-dije sonrojándome-pues si me disculpas voy a vestirme-sonreí y me retiré a mi habitación.

Pude oír como llegaba mi tía y empezaba a gritar "¡Michael! ¡Michael Jackson!" como una loca mientras él se reía, yo me vestí rápidamente me peiné y me maquillé para estar lo más perfecta posible. Cuando salí vi a mi tía abrazada a Michael no pude ver la expresión de él porque estaba de espaldas pero sabía de sobra que estaba sonriendo, era una imagen graciosa la verdad. Yo aparecí por detrás y le dí un toque suave en el hombro para que se girará, y así lo hizo.

-Vaya...Estas genial, elegiste un buen vestido-dijo sonriéndo.

-Gracias, oye...Cuando la prensa nos vea juntos ¿qué crees que pensarán?

-Pues si te digo la verdad esta vez no me importa lo que digan, porque tu eres mi mejor amiga y no me va a afectar nada de lo que digan esos-me contestó poniendo semblante serio.

-Eso está bien-le sonreí y él me cogió del brazo.

-¿Nos vamos?

-Si, claro, deja que antes me despida de mi tía.

-Por supuesto.

Me despedí de mi mi tía y nosotros dos nos fuimos, como siempre, en el coche de Paul, aunque después hicimos una parada en Neverland para coger la limusina, nos dirigimos hasta el lugar donde se estaba celebrando la gala, todo estaba lleno de paparazzis alrededor de la entrada, había dos limusinas delante nuestra así que aun no nos tocaba salir, yo estaba muy nerviosa algo que Michael percibió y me pasó su brazo por encima de mi hombro para que me relajase.

-¿Estás bien?-preguntó.

-Ahora mejor, pero sigo algo nerviosa no estoy acostumbrada a tratar con famosos y periodistas-le contesté mirándole.

-Bueno tu tranquila y no contestes a nada déjame a mi, de todos modos sólo nos harán fotos. Es hora de que bajemos-dijo a la vez que se bajaba y me tendía su mano, me aferré a ella y salimos.

Él llevaba razón sólo nos echaban fotos y había algún que otro fan que le pedía que le firmase un autógrafo, yo me mantenía al margen aunque notaba que todos los flashes y miradas iban hacía mí, Michael no se cortaba al cogerme de la mano o pasar su brazo sobre mis hombros y a mí no me importaba.

Después de varias fotos entramos a la gran sala, nos separaron, yo tenía un asiento en primera fila, el escenario era enorme y muy bonito. Participaron varios grupos y cantantes hasta que le toco a Michael, estaba realmente guapo y su voz era verdaderamente la de un ángel, a veces me miraba y me sonreía, era espectacular verlo tan de cerca, podías notar toda su energía y genialidad. La gala terminó algo tarde pero teníamos que ir aún a la fiesta. A la salida los paparazzis empezaron a acosarnos como, me imagino, que siempre hacían y no paraban de preguntar idioteces.

Por fin pudimos llegar a la limusina, noté que Michael estaba cansado y a mi me dolían los pies así que me descalcé me senté bien y puse su cabeza en mi regazo para que se tumbase un rato y descansase porque aunque quedase media hora de trayecto podría descansar algo, se durmió.

Al llegar a la fiesta...

__________________________

¡Hola Chic@s!

Siento que este capítulo sea tan corto y que haya tardado tanto en escribir, pero es que veréis me siento algo triste porque hace unos días se me murió mi única mascota, era un conejito lo tenía desde pequeña y le tenía muchísimo cariño y por eso no tenía ánimos para escribir y este capítulo lo he hecho por días.
No os confundáis seguiré escribiendo lo prometo, pero se me hacen difíciles estos días, comprendedlo por favor...Le tenía mucho cariño.

Muchas gracias por leer y comentar de verdad, me ayudáis mucho con los comentarios.

Os Quiero.

Att. Hayley

jueves, 29 de julio de 2010

Capítulo 5

Realmente estaba confundida ¿por qué yo? ¿por qué ahora?...Debía explicárselo, pero aún no sabía que respuesta darle, todo estaba en mis manos, por una parte nuestra pequeña y aún prematura relación de amistad estaba creciendo y si decía que no, le perdería y era algo que no quería, y por otra...Yo tenía "amigas", si a chicas que hacen contigo lo que les da la gana se le puede llamar "amiga", tenía una familia, compuesta por una tía mía pero algo era algo y ya estaba mayor no podía descuidarla, yo tenía un trabajo y tampoco quería que me despidiesen, también la prensa empezaría a especular si yo me quedaba en su casa, porque pensarían mal aposta para hundirle y era lo que menos deseaba.


En ese momento, mi cerebro de veinteañera dio algo de sí, se me ocurrió que en vez de quedarme, podía venir de vez en cuando a verle y a hacerle compañía, cuando el me llamase yo iría, también podría visitarme él, "wow" pensé "eres lista Hayley". Él seguía impaciente por mi respuesta, le sonreí y él a mí.

-Se me ha ocurrido que en vez de quedarme aquí a vivir, podría venir a visitarte o tu a mí, porque yo también tengo vida Michael, tengo que cuidar a mi tía, tengo que trabajar y más cosas, por eso he pensado que sería mucho mejor venir a visitarte de vez en cuando o que me llames y me cuentes las cosas que te preocupan y así te desahogas ¿no crees?

-Es una muy buena idea-me contestó pensativo-mi opción fue algo egoísta por mi parte.

-No, no lo fue, sólo querías a alguien a tu lado y bueno yo estoy aquí para eso, de todas formas creo que es hora de que vuelva a casa, mi tía ha estado sola demasiado rato-dije riendo-mañana después del trabajo vendré para prepararme para asistir a esa entrega de premios contigo ¿qué te parece?

-De acuerdo ¿quieres que te acompañe? -me preguntó sonriendo tímidamente.

-No es necesario.

-Pero ¿y si está Tom allí? No puedo dejarte a solas con él, sería una inconsciencia por mi parte.

-Llevas razón, es mejor que me acompañes.

-Pensaba hacerlo de todos modos-dijo indiferentemente.

-¿También pensabas que yo te dejaría hacerlo?-dije sonriendo.

-Claro-me respondió también con una sonrisa torcida-bueno ¿vamos?

-Vamos.

Cogimos costumbre a que Paul nos llevase en su coche, porque no llamaba la atención y él no se oponía a llevarnos en ese coche porque Michael le dijo que él pagaría la gasolina, nos subimos al coche y en el trayecto hablábamos sobre todo lo que habíamos hecho a lo largo de nuestras vidas, pude notar que él se interesaba mucho por conocerme más a fondo, es decir, por saber quién era, yo a él lo conocía más, porque claro, adoraba y en la actualidad sigo adorando su música, aunque sólo me había fijado en eso, la verdad no me había interesado su vida realmente hasta que lo conocí y si me paro a pensar lo conocí por mera casualidad, pese a eso, fue una casualidad muy buena no me arrepentí en absoluto.

Tardamos cerca de una hora en llegar a la casa de mi tía, que sería el lugar donde viviría a partir de ese momento, suerte que decidí conservar algo de ropa allí. Michael insistió en acompañarme hasta dentro de la casa pero no le dejé, no quería que se tomase tantas molestias por mí al final aceptó pero con la condición de que le dejase quedarse un rato fuera para asegurarse de que estaba bien, entonces me dí cuenta de lo protector que era, demasiado diría yo, pero eso me gustaba, quería que me protegiesen y él era el mas indicado para hacerlo.

Entré a la casa y pude notar que mi tía no estaba, así que me acomodé, me duché y me puse algo mas cómodo, lo que más me apetecía en ese momento era poner mis pies en la mesa de café que había frente a la televisión, comer unas palomitas y ver alguna que otra película, y así lo hice. Mi tía regresó, al parecer estuvo de compras y se sorprendió al verme allí, le conté todo lo sucedido incluido que conocí a Michael Jackson, al principio ella pensaba que venía un poco cansada y que estaba delirando, algo que comprendí porque no todos los días te viene tu sobrina diciéndote que ha conocido al Rey del Pop, pero ella accedió a que me quedase en su casa el tiempo que me fuese necesario.

Al día siguiente me fui a trabajar, yo trabajaba en una pequeña peluquería del barrio, tenía varias amigas allí y trabajábamos juntas, el día se pasó muy lentamente porque estaba esperando la hora de ir a ver a Michael para prepararme para la fiesta. Y cómo si campanilla me hubiese oído y hubiese querido que yo regresase con Peter Pan el tiempo se me pasó en un suspiro. Al llegar a casa pude comprobar que el coche de Paul estaba en la puerta aparcado, pero Michael no estaba dentro, por lo que supuse que estaría en mi casa, en ese momento una sensación de felicidad me invadió, la verdad era que las horas que se me pasaron mas rápido en el trabajo fueron las que empecé a pensar en él, me dí cuenta de que le eché de menos cada segundo, que echaba de menos su mirada cálida que hacía que te sintieses segura, echaba de menos sus manos, su sonrisa y su voz, pero no alcazaba a comprender por qué. Salí de mis pensamientos y entré a casa, y mis conclusiones eran ciertas, él estaba allí.

sábado, 24 de julio de 2010

Capítulo 4

Montones de periodistas se encontraban en las puertas de la tienda, intentaban entrar pero los de seguridad no les dejaban, Michael me dijo que me alejase para no levantar sospechas y que si me preguntaban les mintiese, finalmente los periodistas entraron y encontraron a Michael.


-¿Qué haces en una tienda de vestidos Michael?-le preguntó un periodista

-Eh...Pues, vaya...Me estropeareis la sorpresa-contestó riendo falsamente-Aun así no os lo diré.

-Bueno, ¿son ciertos los rumores de que tienes una aventura con Brooke Shields?

-Considero que es hora de que os vayáis-les contestó molesto.

Los guardias se interpusieron y consiguieron echarles, yo tampoco quería perder el tiempo así que me puse a mirar varios vestidos, pero al parecer una periodista se quedó y empezó a preguntarme:

-Hola señorita, ¿sabe que está Michael Jackson en esta tienda?-si con esa pregunta quería sacar algo...Iba muy mal.

-¿¡En serio!? ¿¡Donde!?-miré a todos lados haciéndome la sorprendida hasta que lo encontré y me dirigí a él-sígueme el juego-le susurré-¡Aaaaah!¡Michael te quiero!-dije abrazándole y haciendo como que lloraba.

La periodista se fue frustrada y yo y Michael empezamos a reír a carcajadas.

-Madre mía, eres buena actriz eh-dijo apoyando una mano sobre mi hombro porque la risa lo había debilitado.

-Bueno gané varios Oscars pero lo llevo en secreto-dije riendo.

Michael siguió riendo hasta pasado un rato, se incorporó y me sonrió.

-¿Has visto algún vestido que te guste?.

-Sí, mira ven-le cogí de la mano espontáneamente y le guié hasta un maniquí.

El vestido era largo de color rojo y con escote palabra de honor, era precioso, y a Michael le encantó, lo que él no sabía es que odiaba probarme ropa y más aun en las tiendas, en esos pequeños e incómodos probadores, yo se lo dije, pero él insistió, y para qué negarme más si sabía que no me iba a dejar. Me metí en el probador con el vestido, era muy incómodo cambiarse de ropa y encima ponerse un vestido allí dentro, pero lo hice, cuando salí Michael estaba recostado en una de las paredes cercanas a los probadores, le llamé y él se giró y se acercó a mi.

-Vaya-dijo mirándome de arriba a abajo sonrojándose-estás preciosa.

-Gracias-le sonreí-oye ¿te importaría bajarme la cremallera? es que ya me costó bastante subírmela pero no puedo bajarla.

-No, no me importa-me contestó a la vez que apartaba mi pelo del cuello y bajaba la cremallera-ya está.

-Gracias, me voy a cambiar ¿vale?-le sonreí y me fui a cambiar, al salir él estaba en el mismo sitio-¿nos vamos?

-Claro, un momento voy a hacer que nos envíen el vestido a casa...Por cierto ¿cuál es tu número de pie?

-38 ¿por?-pregunté curiosa.

-Te encontraré los tacones perfectos y nos los enviaran a casa.

No sé por qué pero me gustaba que dijese "a casa" porque parecía que fuese algo nuestro...¿Pero qué? Se supone que yo no estaba enamorada de él, no podía estarlo, era teóricamente imposible.
Nos fuimos a Neverland, nuevamente, en el coche de Paul, durante el trayecto ambos mirábamos distraídos por las ventanas. Al llegar a Neverland, me sentí en casa, era la sensación que me hacía tener el estar allí.

-¿Cómo te lo has pasado?-preguntó Michael.

-Muy bien...Aunque los periodistas sobraban la verdad.

-Sí, siempre están en todos lados, no puedo salir a la calle a dar un paseo tranquilo por las estas calles, siempre están ahí y me entristece porque me gustaría poder mezclarme con la gente normal-su mirada cálida se volvió triste.

-No es justo, todos tenemos derecho a la intimidad y a poder salir sin ser acosados.

-Sí, por eso te envidio.

-¿ A mi? No deberías envidiarme, aunque sea tu tienes una familia y gente que te quiere, yo estoy sola, no tengo a nadie.

-En eso llevas razón, pero siempre hay gente que dice que me quiere...Aunque sé que la mayoría sólo quieren aprovecharse de mi-observé que una lágrima le caía por la mejilla, así que lo único que pude hacer fue arrodillarnos en el suelo y abrazarle tan fuerte como pudiese, porque él lo necesitaba, notaba como me llenaba el hombro de lágrimas, pero no me importó, tenía que desahogarse, yo siempre lo he hecho llorando, y le dejé llorar todo el tiempo que le hiciese falta. Estuvimos cerca de un cuarto de hora así hasta que noté que dejo de llorar pero no quería separarse de mi, él mismo rompió el silencio que nos envolvía.

-Muchas gracias de verdad, me hacía falta-me sonrió mientas se levantaba, se sacudía la arena de sus pantalones y me tendía su mano.

-Nos las des, pensé que lo necesitabas-dije agarrando su mano e incorporándome.

-Oye sé que es muy pronto y que nos acabamos de conocer pero...Me gustaría...Me gustaría que te quedases aquí conmigo, lo entenderé si me dices que no, pero es que tu me entiendes y necesito que alguien me apoye en estos momentos, alguien en quien pueda confiar, alguien que sea mi amiga de verdad y esa eres tu Hayley...-me dijo entre tartamudeos y sonrojos.

Me quedé paralizada...Cavilé durante unos instantes la respuesta...Porque yo sabía que necesitaba a alguien a su lado que lo ayudase en los momentos difíciles, pero yo tenía un trabajo y una tía que me ha cuidado desde siempre, no podía abandonarla ahora. Sinceramente...No sabía que contestar.

-Bueno, ¿qué me dices?-insistió.

jueves, 22 de julio de 2010

Capítulo 3

-¡Hayley cariño!-dijo Tom acercándose a mi para besarme y Michael nos miraba sorprendido.


-¡Tom! ¿¡Qué se supone que estas haciendo?!-le grité empujándole levemente hacia atrás.

-Besarte preciosa-contestó él acercándose de nuevo.

-¿Besarme? Pero Tom me dejaste por otra y...-Michael me agarró de la mano fuertemente.

-¿Te está molestando cariño?

-Eeeh...-¿qué se suponía que estaba haciendo?

-Yo no la molesto, es mi novia-le contestó por mi Tom.

-¡Yo no soy tu...!-me volvió a interrumpir.

-Es mejor que nos vayamos cariño.

-resoplé-Está bien.

Me agarró de la cintura y nos alejamos.

-¡Esta no será la última vez que me veas!-gritó.

Michael me soltó, me sonrió y se echó un poco las gafas hacía abajo para mirarme.

-¿Estás bien?-preguntó.

-Muy bien..."cariño"-le contesté irónicamente.

-¿Qué querías que hiciese? Ese chico era un pesado y un tonto por dejarte por otra-me dijo volteando su cara hacía un lado un poco frustrado y enfadado.

-Ya...Me dejó el 14...

-Cuando te encontré...Vaya que desconsiderado, en San Valentín no se puede dejar a la chica que amas.

-Pero ahí está el problema, el no me amaba, por mucho que venga ahora diciendo eso...

-Pues no entiendo a ese chico.

-Ni yo...Pero le quería de verdad-dije a la vez que una inconsciente lágrima caía por mi mejilla y él la secaba con su dedo y me abrazaba.

-Créeme él no te merece.

Nuestros cuerpos se amoldaron como las piezas de un puzzle al encajar,me sentía bien a su lado, era como una especie de burbuja que me protegía y me curaba, ¿acaso me estaba enamorando de un "desconocido"?No podía ser...Aun no...Era demasiado pronto y de todos modos era estúpido pensar que un chico tan maravilloso como él se enamorase de una torpe y simple chica como yo. Me cogió de la mano pero yo me solté.

-¿Pasa algo?-preguntó.

-Es que...Coger de la mano tiene un significado distinto para ti que para mi.

-Para mi coger de la mano significa que aprecias a alguien.

-Pues para mi significa algo parecido a un "te quiero".

-Y es que te quiero, por eso eres mi amiga-dijo riéndose.

-Qué rápido quieres tu a la gente ¿no?

-No, lo que pasa es que contigo me lo paso bien, eres distinta y eso me gusta.

-Vaya-dije sonrojándome-Tu también molas.

-Lo sé-me respondió haciéndose el arrogante-Bueno ¿entramos?

-No te hagas lo que no eres Michael-le dije entre risas-Y sí, entremos.

-Ya ya...-me dijo sacándome la lengua.

-Oye yo también sé hacer eso eh-le contesté haciendo lo mismo que él.

Y en ese momento...




domingo, 18 de julio de 2010

Capítulo 2

-Mañana tengo una fiesta muy importante para celebrar la entrega de premios que tendré ese mismo día por la mañana, y necesito una chica que me acompañe.


-Pero si no nos conocemos de nada, sólo sabes mi nombre y poco mas.

-Eso no me importa, quiero que te alegres, no puedo ver a una persona triste.

-Hombre yo tampoco pero...No sé, no conozco a nadie y sería extraño.

-Será la oportunidad perfecta para que conozcas a gente.

-Son famosos...Eso si que será raro.

-Bueno, no sé en que piensa la gente que vive una vida normal, pero yo creo que les hace ilusión conocer a los famosos ¿no? Al menos eso sentía yo cuando era pequeño y conocía algunos de mis ídolos.

-Sí...La verdad es que si ¿estará Elisabeth Taylor?

-Por supuesto.

-Entonces voy, la adoro.

-Ah claro vas por ella y no por mí eh-puso una sonrisa burlona y se cruzó de brazos intentando simular enfado.

-Eeeh...Sí-le contesté yo siguiéndole el juego.

-Eso no vale-seguía haciéndose el enfadado.

-Es lo que hay-dije yo haciéndome la distraída.

-Muy bien me has ofendido-dijo levantándose y yéndose, pero pude ver una sonrisita, así que deducí que seguía bromeando, le cogí del brazo.

-Lo siento-dije lo que el quería oír entre susurros.

-¿Qué? No lo he oído lo siento.

-Que lo siento...

-Ah vale...No sé si debería perdonarte pero soy buena persona por lo que te perdonaré.

-Oh ¿de verdad Michael? Me alegro muchísimo-le contesté en tono irónico.

-Qué graciosa-dijo siguiendo mi tono irónico-eres diferente a las demás fans, eres más cálida, no te has desmayado aún.

-¿Quién ha dicho que sea tu fan?-pregunté extrañada.

-Bueno...Antes te has puesto a gritar, ¿es que no te gusta mi música?

-Me encanta tu música, pero no me muero por tus huesos.

-¿Sabes? De alguna forma eso me alegra.

-¿Por qué?

-Porque no iras babeando detrás de mi-me contestó riéndose.

-Eso no está asegurado aún, y ahora que lo pienso...No tengo ningún vestido para ponerme mañana.

-Tendremos que ir de compras.

-¿Tendremos? No estoy muy segura de que puedas salir a la calle por todo eso de las fans locas.

-Me gusta disfrazarme, pero antes te traeré tu ropa-me guiñó un ojo y salió de la habitación.

Al rato vino con toda mi ropa limpia y planchada, me la puse y bajé las inmensas escaleras de cuento de hadas y salí al jardín, tenía un camino de piedras rodeado de un césped muy verde, vi a un columpio que tenía sus cuerdas sujetadas a las ramas de un árbol y no pude resistir la tentación de montarme, después de un rato de estar balanceándome noté como alguien tocaba mi espalda y me bajé del columpio.

-Ya estoy-dijo él sonriendo.

-Vaya...-No lo reconocía porque iba con unas gafas de sol y una gorra que le sujetaba el pelo, pero su sonrisa le delataba.

-Sé que estoy genial, pero vayámonos-dijo entre risas.

-Creído-dije para mi misma.

-Te he oído-contestó sin que viniese a cuento mirándome de reojo.

-Es lo que quería.

-No soy un creído, pero da igual, subamos a la limusina.

-Michael, si subimos a la limusina todos sabrán quien eres...

-Es verdad, pero andando tardaremos mucho.

-¿No tienes otro coche?

-Yo no, pero Paul, mi conductor, sí, le preguntaré si nos puede llevar.

-De acuerdo.

Paul aceptó gustosamente y nos llevó de inmediato a la avenida Melrose, al llegar allí...

sábado, 17 de julio de 2010

Capítulo 1

Domingo 8 De Marzo De 1996...



Bajo la sombra de aquel árbol nos hallábamos los dos, acompañados de la calma y la paz propia de un día soleado de primavera, el único sonido que se oía era el canto de los pájaros y la corriente del agua cristalina del río contiguo, se notaba una brisa agradable y la temperatura era perfecta. Pese a haber estado tantos años junto a él, aún no entendía cómo podía ser que alguien tan perfecto se hubiese enamorado de mi, una simple chica de pueblo, con una vida simple...Aunque él la cambió de un día para otro, y yo solía pensar que quizás cometí muchos errores en el pasado pero en ese momento solo me importaba el presente y el futuro, un futuro que pasaría con él, hasta el fin de mi existencia.
Él se incorporó dejándome suavemente en el tronco del árbol y se sentó enfrente mía, examinando cada detalle de mi rostro, intentaba adivinar en qué pensaba, y sonrió, como solo él sabía hacerlo.

-¿En qué piensas?-preguntó.

-En todo lo que hemos pasado juntos-contesté mirando el anillo que él me había regalado el día anterior-Nunca comprenderé por qué te fijaste en mí.

-Te vi todo lo que no les vi a las demás-dijo en tono de broma.

-Claro...-contesté de forma sarcástica levantándome y retirando la hierba de mis pantalones.

-Es bueno recordar los viejos tiempos-explicó pensativamente.

-Sí, ¿recuerdas cómo nos conocimos? fue maravilloso.

-Por supuesto.

Nuestras mentes viajaron simultáneamente a 1988, concretamente una noche solitaria de un 14 de febrero de 1988, yo paseaba, triste, por una callejuela de Los Ángeles, me acababa de dejar mi, ahora ex novio, Tom por otra, y yo solo quería estar sola y llorar, estaba nevando y hacía frío pero no me importaba, estuve cerca de tres horas merodeando por las calles de Los Ángeles, me estaba congelando pero Tom estaba en casa aún y no me apetecía para nada verle, me encontraba sin energías, eran las dos de la madrugada, y andé demasiado, llegué a una mansión con unas puertas doradas enormes y muchas flores de colores recubiertas de nieve que rodeaban el camino para llegar a las puertas, había una especie de cartel en el que ponía en unas preciosas letras doradas Neverland...Sonaba a parque de atracciones, pero estaba tan agotada que lo único que se me pasó por la mente fue tocar el timbre y probar suerte, aunque al segundo de tocarlo caí desmayada al suelo, sentía como alguien llegaba corriendo a paso ligero y como me cogía en brazos, no sabia quien era, pero me encontraba realmente bien en sus brazos, me depositó en un sillón y me arropó con una manta, y en ese momento caí en un profundo sueño, aunque seguía sintiendo el calor del fuego de la chimenea enfrente, no soñé nada, supuse que fue porque mi mente estaba enfrascada en la noche anterior. Al día siguiente desperté en una cama, la habitación era enorme con las paredes pintadas en color melocotón y diversas imágenes de Peter Pan que me trasladaban a mi infancia, las sábanas tenían tacto de seda y había un ventanal muy grande por el que se podía ver el paisaje nevado, era precioso, me levanté y vi que tenía una camiseta que no era mía y no sabía dónde estaba mi ropa, me puse a buscar hasta debajo de la cama y en ese momento tocaron a la puerta, me asusté ligeramente y me di con la cabeza en el borde de la cama.

-Vaya ¿te has hecho daño?-preguntó una voz masculina que me resultaba familiar.

-Eh, no, suelo ser patosa-respondí mientras me levantaba y me giraba para comprobar quien era, y grité de asombro a lo que él respondió riéndose-¿¡Michael Jackson!?

-Sí, supongo que ese soy yo.

-No puede ser, pero tu...¡Ay Dios!

-Rió-Oye...¿Estás bien? Es que...Estas pálida.

-¿¡Cómo quieres que esté!?¿¡Sabes quién eres!?

-Vale, tranquilízate, parece que el frío te a afectado eh, venga siéntate ahí-dijo señalando la silla que había en el aparador.

-Dios, Dios, Dios, Dios...

-Venga tranquila, te traeré el desayuno.

-¡No! Quédate, por favor.

-Pero debes de tener hambre.

-Que va...-en ese momento sonaron mis tripas.

-Que va...Tus tripas van solas ¿no? Espera aquí.

A los cinco minutos ya estaba allí con una bandeja de plata y un montón de comida que seguramente no podría comerme yo sola, despejé el aparador y puso la bandeja encima.

-Tienes que ayudarme...

-¿A qué?-preguntó.

-Soy de poco comer, no voy a poder comerme esto yo sola-le respondí.

-Yo también soy de poco comer.

-No me lo voy a comer todo.

-Te lo vas a comer todo.

-Te he dicho que...-me interrumpió metiéndome una manzana en la boca.

-A comer y a callar, por cierto ¿cómo te llamas?

-Hayley Lawrence-contesté sacando la manzana de mi boca.

-Bonito nombre-dijo sonriendo.

Le sonreí y me comí la manzana sin rechistar porque sabía que por mucho que me quejase se saldría con la suya, pero aunque no lo pareciese aun seguía sin creerme que lo tuviese tan cerca. Al terminar de comer se llevó la bandeja y volvió a subir a la habitación.

-¿Y mi ropa?

-En la lavandería.

-¿Tienes lavandería y todo? Vaya...

-Sí, ya mismo la tendrás aquí y podrás volver a casa, que seguro que tu familia está preocupada por ti.

-Yo...No tengo familia...-dije con un atisbo de pena en mi mirada.

-Oh, lo siento si te he ofendido yo...-le interrumpí.

-No lo sientas, no lo sabias.

-Siento si esto te resulta algo chocante y no quiero ser descortés y mucho menos que te ofendas, pero...¿Qué les pasó?

-Mis padres y mi hermano pequeño murieron en un accidente de coche hace seis años...Se fueron a comprar y yo me quedé con mi abuela, aun recuerdo cuando llegaron los policías a mi casa para decirnos que habían fallecido...-en ese momento una lagrima cayó por ojo y él la secó con un dedo.

-Vaya, de verdad lo siento mucho...Pero anímate, hay que estar alegre y olvidar los problemas y dolores del pasado y vivir el futuro.

-Lo intento...

-Uhmm...Yo sé cómo alegrarte.

-¿Cómo?