-Mañana tengo una fiesta muy importante para celebrar la entrega de premios que tendré ese mismo día por la mañana, y necesito una chica que me acompañe.
-Pero si no nos conocemos de nada, sólo sabes mi nombre y poco mas.
-Eso no me importa, quiero que te alegres, no puedo ver a una persona triste.
-Hombre yo tampoco pero...No sé, no conozco a nadie y sería extraño.
-Será la oportunidad perfecta para que conozcas a gente.
-Son famosos...Eso si que será raro.
-Bueno, no sé en que piensa la gente que vive una vida normal, pero yo creo que les hace ilusión conocer a los famosos ¿no? Al menos eso sentía yo cuando era pequeño y conocía algunos de mis ídolos.
-Sí...La verdad es que si ¿estará Elisabeth Taylor?
-Por supuesto.
-Entonces voy, la adoro.
-Ah claro vas por ella y no por mí eh-puso una sonrisa burlona y se cruzó de brazos intentando simular enfado.
-Eeeh...Sí-le contesté yo siguiéndole el juego.
-Eso no vale-seguía haciéndose el enfadado.
-Es lo que hay-dije yo haciéndome la distraída.
-Muy bien me has ofendido-dijo levantándose y yéndose, pero pude ver una sonrisita, así que deducí que seguía bromeando, le cogí del brazo.
-Lo siento-dije lo que el quería oír entre susurros.
-¿Qué? No lo he oído lo siento.
-Que lo siento...
-Ah vale...No sé si debería perdonarte pero soy buena persona por lo que te perdonaré.
-Oh ¿de verdad Michael? Me alegro muchísimo-le contesté en tono irónico.
-Qué graciosa-dijo siguiendo mi tono irónico-eres diferente a las demás fans, eres más cálida, no te has desmayado aún.
-¿Quién ha dicho que sea tu fan?-pregunté extrañada.
-Bueno...Antes te has puesto a gritar, ¿es que no te gusta mi música?
-Me encanta tu música, pero no me muero por tus huesos.
-¿Sabes? De alguna forma eso me alegra.
-¿Por qué?
-Porque no iras babeando detrás de mi-me contestó riéndose.
-Eso no está asegurado aún, y ahora que lo pienso...No tengo ningún vestido para ponerme mañana.
-Tendremos que ir de compras.
-¿Tendremos? No estoy muy segura de que puedas salir a la calle por todo eso de las fans locas.
-Me gusta disfrazarme, pero antes te traeré tu ropa-me guiñó un ojo y salió de la habitación.
Al rato vino con toda mi ropa limpia y planchada, me la puse y bajé las inmensas escaleras de cuento de hadas y salí al jardín, tenía un camino de piedras rodeado de un césped muy verde, vi a un columpio que tenía sus cuerdas sujetadas a las ramas de un árbol y no pude resistir la tentación de montarme, después de un rato de estar balanceándome noté como alguien tocaba mi espalda y me bajé del columpio.
-Ya estoy-dijo él sonriendo.
-Vaya...-No lo reconocía porque iba con unas gafas de sol y una gorra que le sujetaba el pelo, pero su sonrisa le delataba.
-Sé que estoy genial, pero vayámonos-dijo entre risas.
-Creído-dije para mi misma.
-Te he oído-contestó sin que viniese a cuento mirándome de reojo.
-Es lo que quería.
-No soy un creído, pero da igual, subamos a la limusina.
-Michael, si subimos a la limusina todos sabrán quien eres...
-Es verdad, pero andando tardaremos mucho.
-¿No tienes otro coche?
-Yo no, pero Paul, mi conductor, sí, le preguntaré si nos puede llevar.
-De acuerdo.
Paul aceptó gustosamente y nos llevó de inmediato a la avenida Melrose, al llegar allí...
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